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13 de junio de 2009

Desertización.

1.- INTRODUCCIÓN

Desertización, término que se aplica a la degradación de las tierras en zonas secas, debida fundamentalmente al impacto humano. La desertización ha sido identificada como uno de una serie de procesos que afectan a las tierras secas de todo el mundo. Estos procesos incluyen la erosión por el agua y el viento, junto con las sedimentaciones producidas por ambos agentes, la disminución a largo plazo de la diversidad de la vegetación natural y la salinización.


Extracción de agua, Malí

Una joven saca agua de un pozo cerca de Youdiou, Malí, en la región llamada el Sahel. Aquí, en los márgenes del Sahara, el equilibrio ecológico que permite la vida vegetal se ve alterado con facilidad por la falta de agua y por la extensión de las explotaciones, lo que lleva a la pérdida de vegetación y suelos y vuelve inhabitable el territorio.


Desertización de las Naciones Unidas (ONU), celebrada en Nairobi en 1977. En esta conferencia se elaboró un mapa de los desiertos, en el que España fue el único país de Europa occidental incluido con un índice muy alto de desertización en todo el sureste español. Desde entonces, se ha puesto en manos del Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) la coordinación de un intento global de combatir el problema. Según las estimaciones de 1992 de la UNEP, en todo el mundo están afectados cerca de 3.590 millones de ha (35,9 millones de km2), en su mayor parte en forma de vegetación degradada en tierras empleadas para el pastoreo.

2.- MODALIDADES DE LA DESERTIZACIÓN

El llamado sobrepastoreo es el resultado de mantener demasiado ganado en una superficie dedicada a pastos, y tiene como resultado la pérdida de especies comestibles y el consiguiente crecimiento de especies no comestibles. Si la excesiva presión de pastoreo continúa, la pérdida de la cubierta vegetal puede llevar a la erosión del suelo. Otros mecanismos, frecuentemente aludidos, por los que la mala gestión del hombre produce desertización incluyen: la sobreexplotación, en la que el suelo se agota por la pérdida de nutrientes y la erosión; la tala excesiva de vegetación, a menudo para leña; el uso de técnicas agrícolas rudimentarias y prácticas poco apropiadas, y la mala gestión de los programas de irrigación, que conduce a la salinización del suelo.

Cataratas Iguazú, Sudamérica. Diferencia entre los años 1996 y 2006 de las cataratas de Iguazú.

La sobreexplotación se produce por el acortamiento de los periodos que las tierras quedan libres de todo cultivo o por el uso de técnicas mecánicas que producen una pérdida generalizada de suelo. Un caso clásico de sobreexplotación, que condujo a una erosión eólica a gran escala, tuvo lugar en la tristemente célebre Cuenca de Polvo, en las Grandes Llanuras de Estados Unidos, en la década de 1930. Allí se araron praderas semiáridas para el cultivo de cereales por medio de técnicas de roturación profunda, desarrolladas en las latitudes más templadas de Europa occidental. Cuando las Grandes Llanuras se vieron afectadas por la sequía en 1931, la erosión eólica produjo tormentas de polvo a una escala sin precedentes. Por los mismos mecanismos se produjo una catástrofe ecológica similar tras la aplicación del Programa de Tierras Vírgenes, en la década de 1950 en la antigua Unión Soviética.

Los bosques y forestas se talan por diversos motivos, por ejemplo para crear tierras agrícolas y pastizales, pero el caso más grave de desertización por esta causa es la llamada crisis de la leña, característica de muchas tierras secas de los países en desarrollo. La recolección de leña en las inmediaciones de las ciudades del Sahel, la región más afectada, ha tenido como resultado la desaparición casi total de los árboles alrededor de las principales ciudades. Los ejemplos incluyen a Ouagadougou (Burkina Faso) y Dakar (Senegal), mientras que el radio de la zona sin árboles que rodea Jartum, Sudán, es de 90 kilómetros.

La salinización es uno de los ejemplos más claros de desertización inducida por el hombre, y afecta a casi una quinta parte de todas las tierras de regadío de Australia y Estados Unidos y a un tercio de las de países como Egipto, Pakistán y Siria. En Irak la proporción es de un 50%. La excesiva concentración de sales en los suelos irrigados afecta adversamente al rendimiento de las cosechas y puede llegar a matar las plantas.

3.- CAUSAS Y REMEDIOS

A veces resulta difícil, en la práctica, atribuir la desertización a factores humanos o determinar si se ha producido una genuina degradación natural de los recursos en ciertas regiones, como el Sahel, que padece una sequía más o menos permanente desde finales de la década de 1960, de tal forma que la pérdida de cubierta vegetal y suelo se debe, al menos en parte, a factores climáticos naturales.

Cosecha de maíz perdida, Tanzania

El maíz requiere gran cantidad de agua y su cultivo en regiones cálidas proclives a la sequía es temerario. Aquí las plantas han muerto por falta de agua. De ser posible una irrigación adecuada, la lixiviación de nutrientes puede degradar el suelo, produciendo erosión eólica y, con el tiempo, desertización.


Existe controversia acerca de algunos de los intentos que se han hecho por combatir la desertización. La habitual malinterpretación del problema que se visualiza como el avance de un frente de dunas de arena, ha dado luz a proyectos de cinturones verdes, en los que se plantan líneas de árboles para detener el avance del desierto. Por ejemplo, ha habido propuestas de plantar este tipo de cinturones verdes en todo el contorno del desierto del Sahara.

En los últimos años se han producido cambios en el enfoque académico e institucional respecto a los medios para resolver la desertización. Un área en la que el pensamiento convencional ha sido reevaluado es la del sobrepastoreo. Las ideas sobre la capacidad de sustentación, desarrolladas en medios ambientes menos variables pueden no ser aplicables al entorno dinámico de las tierras secas, ya que los cambios naturales significan que las áreas de pastos disponibles se encuentran en un continuo estado de flujo. Más aún, los mecanismos sociales desarrollados por pueblos dedicados al pastoreo, que llevan muchas generaciones criando rebaños de ganado en las tierras secas, suelen impedir el sobrepastoreo antes de que se produzca la degradación.

En general, se ha llegado a esperar demasiado de las soluciones técnicas a los problemas de desertización y, al tomar conciencia de ello, en los últimos años se han puesto a punto nuevos enfoques para luchar contra la degradación de las tierras secas. A menudo, las dificultades a las que se enfrentan las comunidades que viven en áreas secas están relacionadas con el crecimiento de la población y con factores sociales, económicos y políticos. Hoy en día se hace hincapié en la participación de las comunidades locales, la reimplantación de estrategias tradicionales en tiempos de estrés medioambiental, como la sequía, y en los problemas que derivan de la marginación de la población rural por parte de los gobiernos, que acostumbran a tener su sede en las ciudades.

3.- EL MAR DE ARAL Y OTROS EJEMPLOS

Un ejemplo claro de la desertificación causada por los seres humanos tuvo lugar en Kazajstán y Uzbekistán a mediados de este siglo. Para poder cubrir las demandas de la industria y de los cultivos de regadío en ambos estados, la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desvió el curso de los ríos que desembocaban en el Mar de Aral. Sin el aporte de estas corrientes fluviales, el nivel de este mar interior descendió un tercio. Como consecuencia, los bancos de pesca situados en el litoral del Mar de Aral desaparecieron y las tierras de cultivo cercanas se perdieron a causa de la salinización y la arena arrastrada y depositada por el viento. Además, sin la influencia moderadora de esta gigantesca masa de agua, el clima se ha vuelto más severo.

(Izquierda)El Mar de Aral, Asia.

Desastre ecológico. Diferencia entre los años 1989 y 2003.

(Derecha)El Mar de Aral, Asia.

Este fue el resultado de que la Unión Soviética decidiera en 1918 desviar parte del agua de los dos grandes ríos de Asia Central, el Amu Darya en el sur y el Syr Darya en el nordeste, para poder desarrollar cultivos de regadío en el desierto de Asia Central.


En ocasiones, la desertificación se ha atribuido a la presión causada por el incremento de la población, pero la conexión no está clara. Incluso sin la tensión provocada por una población excesiva, los desiertos avanzan y retroceden influidos por los ciclos de las lluvias. A pesar de que a menudo se culpa al sobrepastoreo de causar la desertificación, el ganado puede servir de ayuda a las zonas áridas al empujar las semillas hacia el interior de la tierra, donde el agua puede alcanzarlas. Haciendo un uso apropiado de la tierra y de las técnicas de cultivo, incluso aquellas zonas que soportan una alta población podrían no verse afectadas por este proceso.

Numerosas naciones están tomando medidas para contrarrestar fenómenos como la erosión del suelo, a menudo causa de la desertificación.


5.- CONCLUSIÓN

La desertificación es la extensión de las formas y procesos característicos del desierto a zonas en las que no se producían anteriormente. Éste es un problema medioambiental que afecta a casi la mitad de los países. Se estima que se pierden cada año entre 6 y 27 millones de hectáreas de tierra, dependiendo de las regiones, debido a la desertificación. Un 70% de las zonas áridas, que ocupan un tercio de la superficie terrestre, y en especial aquéllas que rodean los desiertos, se encuentran lo suficientemente deterioradas como para ser vulnerables a este proceso.

Más que el simple avance de las dunas, la desertificación implica una degradación del suelo tan grande que la tierra pierde la capacidad de sostener su riqueza y diversidad biológica. La principal causa de este proceso es la escasez de lluvias, pero el sobrepastoreo, la deforestación, la irrigación excesiva y las prácticas agrícolas poco apropiadas, contribuyen a acrecentar significativamente el problema. Una vez que se despoja a la tierra de su vegetación por alguna de estas causas, el viento y la erosión del agua dan lugar a unas tierras débiles y áridas que no se recuperarán en siglos.

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